Yo aprendí ¡Cuán grande riqueza es, aun entre los pobres, el ser hijo de buen padre!
Vivimos en un planeta con un ritmo frenético, con ansias de poder y éxito continuos. A veces, gastamos por encima de nuestras posibilidades, no porque lo necesitemos realmente, sino para presumir de ello y aparentar algo que no somos. Por eso necesitamos de vez en cuando mirar con otra perspectiva lo que realmente importa en la vida.