¿Cómo sorprender al hombre que está al mando del entrenamiento físico de las unidades de operaciones tácticas especiales más poderoso del país? Se le pide amablemente que actúe como rehén figurante en una demostración de rescate a cargo de un equipo de UOTE… y se le lanza por sorpresa una stun, una granada aturdidora capaz de emitir un destello de ocho millones de candelas y un estallido atronador de 180 decibelios. Suficiente para dejar ciego y sordo durante varios segundos al enemigo.
Tengo ya unos cuantos años en operaciones especiales, hoy les voy hablar de mis hermanos UOTE. Muchos me preguntan:
– ¿Es duro el curso?
–Bueno… Siempre es mejor que Dios te mande lo que puedes soportar.
Al UOTE es inevitable que uno llegue con algunas preguntas sobre la mitología de lo macho rondándole la cabeza. ¿Quiénes han superado las pruebas de selección más duras, los Navy Seal americanos, los SAS británicos o los operadores tácticos del UOTE? ¿Somos los soldados de operaciones especiales los mejores guerreros de la historia o ese honor corresponde a las legiones romanas de César Augusto, a las hordas mongolas de Genghis Khan o a la Grande Armée de Napoleón? ¿A quiénes no querrías enfrentarte jamás si fueras un militante del Estado Islámico, o miembro de la banda del lucifer quien amenazo al mismo presidente de Venezuela?
La respuesta a todas esas preguntas es que «da igual». Todos los comandos que han superado el COTE, el curso de operador táctico especial de la unidad más temida por la delincuencia, responden con un «sí» cuando les pregunto si se creen capaces de superar el BUDS, el curso de los Navy Seal estadounidenses, en teoría el más exigente del mundo. Algunos hasta me miran perplejos, como si les acabara de preguntar si el agua moja.
Superadas las primeras semanas Infernales y descartados los que no son aptos, los nerviosos, los negligentes y aquellos incapaces de controlar la ansiedad, el pánico al ahogamiento o el estrés de la batalla, no existe prueba capaz de quebrar la voluntad de los que han resistido hasta ese momento. Cualquier Navy Seal americano superaría el COTE y cualquier UOTE superaría el BUDS. No hay más.
Hemos formados comandos de mar, fuerzas especiales del ejército, guardia nacional y aviación, teniendo bajas incluso de aquellos temidos combatientes.
Las solicitudes llegan a cientos, pero la mitad son descartadas por razones administrativas, son policías corruptos, han estado inmerso en cualquier falta, etc. Quienes sobreviven al filtro burocrático inicial pasan un primer grupo de pruebas, medicas, físicas, psicotécnicas y pruebas especiales de valor y control de stress. En ellas caen 100 candidatos más. A estas alturas del proceso ya sólo suelen quedar 250, todos con un mínimo de dos años de experiencia en el cuerpo de policia. Otros proceden de los paracaidistas, caribes y Unidades de especiales como el BAE, DGCIM, Regimiento de Guardia de honor, CONAS.
Estos son los que realizan el COTE, que consiste en un curso básico de cuatro meses más otro avanzados. Al cabo de estos meses, sólo 20 alumnos siguen en pie. Son los que pasan a formar parte de alguno de los 2 grupos de operaciones especiales de la policía nacional.
Todos han pasado pruebas como la de «natación con limitación de tren superior e inferior», que les obliga a cruzar la bahía de Turiamo atados de pies y manos. O la llamada «superación de laberinto subterráneo sin equipo», cuyo objetivo es descartar a los claustrofóbicos y en la que los candidatos deben encontrar la salida, a ciegas y a rastras, de un estrecho túnel abarrotado de obstáculos, gas lacrimógeno y vías muertas.
Cuando se les pregunta por la peor de las pruebas, la respuesta es unánime: «Ninguna. Lo peor es el frío y el hambre. A veces tienes tanto frío y estás tan hambriento y agotado que aún teniendo el arma a un metro de distancia ni siquiera puedes arrastrarte para cogerla».
–Todos los que superan el curso valen. Quizá nos hayamos equivocado puntualmente con algún candidato expulsado que hubiera podido quedarse, pero que no te quepa ninguna duda de
que el que acaba aquí es porque se lo merece.
¿Son seguros estos ejercicios?
–Lo intentamos. Morirse en tiempo de paz es inútil.
Son las 10 de la noche y estoy a punto de subir a un machito para asistir al ejercicio de infiltración nocturna de un equipo de operaciones especiales en un peligroso barrio de la cota905. Antes de arrancar, el jefe de equipo repasa las instrucciones de seguridad con siete operadores y 2 instructores.
A diferencia de las directrices de los cursos para civiles que hay por allí, destinadas a tranquilizar a los alumnos, las de los UOTE describen con detallismo todas las posibles maneras de morir (el término técnico sería «contingencias») que todos intentarán esquivar en las próximas horas.
–Hemos reconocido la zona esta tarde. Es muy escarpada y de difícil acceso, aunque hemos localizado un lugar de inserción relativamente factible, callejones estrechos sin luz con viviendas alrededor. Pero, aún y con lentes de visión nocturna, será difícil operar. Cuando salgán del machito, caminen agachados hacia las escaleras o el lateral del vehiculo. Si lo hacen mal, los mataran.
El comentario provoca algunas sonrisas. En el UOTE, las experiencias cercanas a la muerte se reciben con un temple sorprendente.
Nos escolta desde un edificio a la distancia, un ANGEL (Un Francotirador) de ataque cuya misión es acabar con cualquier amenaza que se encuentre cerca de la zona de operación. Lo he visto en acción hace unas horas, durante unas maniobras de tiro.
Lo de «ver» es un eufemismo porque la potencia de fuego del ANGEL le permite finiquitar sus objetivos a kilómetros de distancia. Hasta Dos, si les dispara como es.
«Si soy el delincuente y me encuentro de frente con un franco, me disparo»dice Mafre. En realidad, ni siquiera existe la opción de suicidio: el franco dispararía oculto desde una posición segura y el choro quedarían reducidos a pedazos mucho antes de percatarse de su presencia.
Una vez recuerdo un periodista que agarra a Aquiles un operador con experiencia y le pregunta
¿Esta unidad ha participado ya en operaciones de combate?
–Esa es información clasificada.
– ¿Trabajan en colaboración con el Servicio Nacional de Inteligencia?
–Información clasificada.
– ¿Han recibido adiestramiento por parte de unidades estadounidenses o israelíes, cubanas, rusas, francesas, brasileñas o han entrenado junto a ellas?
–No puedo contestar a eso, lo siento.
–Bueno, pues no tengo más preguntas. Dice el periodista
– ¡Perfecto! Y ya sabés: aquí me tienes para contestarte a todo lo que quieras. Contesta Aquiles
Jajajajajaja todo es secreto.
En la sede del helicoide existe un edificio que alberga la enigmática Fuerzas de Acciones Especiales llamada UOTE. Lo que diferencia a esta unidad de las restantes es que sus operaciones son aún más especiales de lo habitual. Lo que el lector entienda por «más especiales de lo habitual» es cosa suya. En el interior de la cueva no se permite usar la grabadora del móvil ni hacer fotos, aunque sí tomar notas a menos que seas un operador táctico.
La Unidad de Operaciones Especiales es lo que de forma un poco sensacionalista podríamos denominar una unidad encubierta. Existir, existe, como hablar del área 51.
La Unidad de Operaciones Especiales es lo que de forma un poco sensacionalista podríamos denominar una unidad encubierta. Existir, existe. Una entrevista con el jefe de la unidad apenas puede durar cinco minutos. Harían falta unos cuantos litros de pentotal sódico para arrancarle algún dato más que los que deja caer con cuentagotas durante la conversación.
Me preguntan mis amigos Si Venezuela tuviera su propio Bin Laden,
¿se ocuparía esta unidad de él?
–Sí
Estas orgulloso de formar parte de esos tipos
–Yo estoy orgulloso de dos cosas. En primer lugar, de que mi equipo el que entreno nunca pide trabajar menos sino más. En segundo lugar, de que mis hermanos comandos no roben sino que pongan.
«La edad ideal de un operativ
o del UOTE
está entre los 30 y los 40 años». Las razones son obvias: un hombre de operaciones especiales no necesita testosterona e ímpetu adolescente si
no autocontrol, resistencia y capacidad de mando.
Un solo disparo innecesario durante una operación, puede provocar un conflicto de consecuencias imprevisibles. De ahí que la habilidad para mantener bajo control los estallidos de adrenalina sea una virtud casi tan valorada en estas unidades como la puntería o la capacidad de trabajo en equipo.
Tampoco el músculo hipertrofiado se valora demasiado. Los ejercicios que los tácticos hacen obligatoriamente, son un buen indicativo de cuál es el tipo de perfil físico que predomina en estas unidades, escalada, carreras de larga distancia, nadar en aguas abiertas y mucho de Evolution360 sistema de entrenamiento oficial de las Fuerzas de Acciones Especiales incluso está avalado por ellos y el Instituto Nacional del deporte.
Llevo 3 años en el UOTE y aún no he visto a nadie acelerar el paso, precipitarse, gritar o demostrar el más mínimo signo de estrés. Ni siquiera cuando los planes han cambiado de un minuto al siguiente. La estabilidad emocional de operador del UOTE sería la ruina de cualquier psicólogo. Si tuviera que buscar un término que describiera la atmósfera de la sede, ésa e sería el de «calma febril».
La planificación de cualquier acción es exhaustiva y en ella participan varias personas. Muchas más de las que luego la ejecutan sobre el terreno.
La planificación ideal requiere unas horas de trabajo, pero las operaciones contra los llamados «objetivos de oportunidad» (por ejemplo, un delincuente de alta peligrosidad avistado por sorpresa en un lugar inesperado) sólo pueden permitirse planificaciones de unos pocos minutos en el mejor de los casos.
El nombre de «operador» con el que los grupos de operaciones especiales se refieren en ocasiones a sí mismos no es casual. Su trabajo es más parecido al de un neurocirujano que al de un exterminador de plagas. Esa evolución de la fuerza bruta a la sutileza quirúrgica ha sido forzada en buena parte por la transición de un tipo de conflicto a campo abierto entre ejércitos equivalentes a la guerra asimétrica en centros urbanos contra bandas paramilitares.
El cambio de perspectiva ha condicionado incluso la manera de caminar y de sujetar el arma de estos tácticos hasta el punto de que parte de su adiestramiento consiste en aprender a arrodillarse e incorporarse de una manera muy concreta para reducir el número de movimientos innecesarios y reaccionar más deprisa.
Pericles un día mientras yo hacía curso de manejo de armas con esta unidad me dice:
–¿360 Has visto alguna película de guerra de los años 80 o 90? Rambo, por ejemplo. Si coges el arma como lo hace Sylvester Stallone y haces un barrido con el fusil en posición de automático [y lo sujeta a la altura de la cintura, con una sola mano y los pies muy separados] no vas a acertarle ni a tres de los 20 enemigos que tengas delante. Y eso si están cerca. Si están a 100 metros, olvídate. Pero si lo sujetas así [y se coloca el arma muy cerca de la cara, con la mejilla apoyada en la culata, el cuerpo ligeramente encorvado, las piernas flexionadas y los pies casi perfectamente alineados para estrechar la silueta y reducir el perfil de impacto], vas a ser capaz de acabar con la mayoría de ellos. Un tirador de precisión de operaciones especiales es capaz de disparar a intervalos de poco menos de un segundo y acertar a casi todos sus objetivos. No queremos velocidad sino precisión.
En el campo de tiro pueden verse dos tipos de dianas o silueta. El primer tipo no muestra siluetas sino unas formas geométricas que sólo con mucha imaginación podrían identificarse como una figura humana. El segundo muestra la silueta de un ser humano y su esqueleto, y permite comprobar si los disparos del tirador han impactado en algún órgano vital de la amenaza.
Es muy llamativo el caso de los paramédicos de combate. El sistema sanitario venezolano no reconoce este tipo de formación, al contrario de lo que ocurre en los países anglosajones. Así que los paramédicos de los grupos de operaciones especiales hemos tenido que optar por otro término más acorde a la legalidad: «paramédicos tácticos».
En la práctica, todos los miembros del UOTE son paramédicos. Reciben cursos de primeros auxilios y son capaces de poner vías y llevar a cabo pequeñas atenciones de emergencias destinadas a estabilizar al herido hasta su traslado a un hospital. Si lo hacemos mal, eso sí, nos arriesgamos a ir a la cárcel. Aunque la amenaza de prisión no nos impresiona demasiado.
–Si llega el día en el que un compañero se está muriendo delante de mí y tengo que escoger entre ir a la cárcel o salvarle la vida poniéndole una vía, tengo claro lo que voy a hacer.
Si me vas a preguntar por la morfina. Ha caído en desuso. Los paramédicos de combate no utilizamos ya inyectables de este opiáceo sino caramelos de fentanilo, un analgésico decenas de veces más potente. Los operadores tácticos se lo colocan en el dedo cuando son heridos, como si fuera un anillo, y lo chupan hasta tragar la dosis mínima necesaria que les deja inconscientes.
Bueno puedo pasar horas haciendo un libro de aquellos que se levantan para que otros duerman, antes de irme seguro te harás una pregunta, cuales son los motivos por los motivos que llevan a alguien a solicitar el ingreso en una unidad conocida por su dureza extrema y en la que las posibilidades de morir en combate son mucho más altas que en el resto de la policía incluso en las fuerzas armadas. Me lo resume un táctico con una sola frase:
–Los operadores llegan aquí por honor y se van por culpa del dinero.